La desinstitucionalización es el proceso que se produce cuando a una persona colocada en una institución basada en la cultura institucional, se le da la oportunidad de convertirse en una ciudadana de pleno derecho y tomar el control de su vida (si es necesario, con apoyo).
Se trata de un proceso que prevé un cambio en las modalidades de vida de las personas, desde entornos segregadores, a un sistema que permite la participación social, con un enfoque preventivo, y en el que los servicios se prestan de acuerdo con las necesidades, voluntad y las preferencias individuales de las personas y contribuyendo a su desarrollo integral.
La desinstitucionalización como rechazo de la cultura institucional implica asimismo el abandono de lógicas, prácticas o medidas que forman parte de dicha cultura institucional, pero que se aplican en entornos diversos a las instituciones residenciales, como por ejemplo el uso y la naturalización de restricciones en contextos familiares o educativos.
Es una transformación sistémica que requiere de procesos de tránsito, serenos, seguros y consistentes.